(Martes y Viernes)

Primero – La Oración de Jesús en Getsemaní

sorrow1 Entonces llegó Jesús con ellos a un lugar que se llama Getsemaní, y dijo a sus discípulos: Sentaos aquí, entre tanto que voy allí y oro. Y tomando a Pedro, y a los dos hijos de Zebedeo, comenzó a entristecerse y a angustiarse en gran manera. Entonces Jesús les dijo: Mi alma está muy triste, hasta la muerte; quedaos aquí, y velad conmigo. Yendo un poco adelante, se postró sobre su rostro, orando y diciendo: Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú. (Mt 26,36-39) Y estando en agonía, oraba más intensamente; y era su sudor como grandes gotas de sangre que caían hasta la tierra. (Lucas 22, 39-44)

Reflexión: Señor Jesús, te pido que cuando decaiga en la oración, tu ejemplo me anime y a pesar de que no ocurra lo que esperaba, entienda que todo lo que me pasa es lo mejor que quieres para mi, porque me amas y me conoces desde el vientre de mi madre. Ayúdame Señor a aceptar Tu voluntad, a no quedarme dormido antes las vigilias más importantes de mi vida. Que pueda vencer a  las tentaciones, y con mis acciones limpiar las gotas de sangre que sudaste y sufriste por mí. Amén.

Segundo – Jesús es condenado a muerte

sorrow2Cuando amaneció, todos los sumos sacerdotes y ancianos del pueblo deliberaron sobre la manera de hacer ejecutar a Jesús. Después de haberlo atado, lo llevaron ante Pilato, el gobernador, y se lo entregaron. (…) Pilato dijo: “¿Y qué haré con Jesús, llamado el Mesías?”. Todos respondieron: “¡Que sea crucificado!. (Mateo 27, 1-22). Pilato les dijo: “¿Qué mal ha hecho?”. Pero ellos gritaban cada vez más fuerte: “¡Crucifícalo!. Pilato, para contentar a la multitud, les puso en libertad a Barrabás; y a Jesús, después de haberlo hecho azotar, lo entregó para que fuera crucificado. (Marcos 15, 14-15).

Reflexión: Señor Jesús, que ante la injusticia, reine el amor y la paz en mi corazón. Que sepa soportar los flagelos de la vida y pueda perdonar a quienes empuñan el látigo que es a veces el látigo de la lengua. Ayúdame a levantarme otra vez y a perseverar en la misión que me has encomendado. Amén.

Tercero – La Coronación de Espinas

sorrow3Los soldados del gobernador llevaron a Jesús al pretorio y reunieron a toda la guardia alrededor de él. Entonces lo desvistieron y le pusieron un manto rojo. Luego tejieron una corona de espinas y la colocaron sobre su cabeza, pusieron una caña en su mano derecha y, doblando la rodilla delante de él, se burlaban, diciendo: “Salud, rey de los judíos”. Y escupiéndolo, le quitaron la caña y con ella le golpeaban la cabeza. Después de haberse burlado de él, le quitaron el manto, le pusieron de nuevo sus vestiduras y lo llevaron a crucificar. (Mateo 27, 27-31)

Reflexión: Jesús con sus manos encadenadas fue burlado con una corona de espinas. Cada espina rasgaba su piel y la sangre derramada le impedía ver. Aun así continuaba su camino a la Cruz. ¿He sentido alguna vez una corona de espinas en mi cabeza? ¿Me he sentido burlado, rechazado o excluido de mi trabajo, de mi familia, de mis amigos o de mi propia Iglesia? ¿Y yo que hago? ¿Rompo las cadenas que me atan a Jesús y los envisto a todos con rabia, la misma que sintieron quienes clavaron las espinas a Jesús, que somos nosotros mismos cada vez que actuamos con ira, con soberbia y con rencor? O más bien ¿Me ato a las cadenas de Jesús, y dejo que su sangre se derrame sobre mis ojos, para ver con caridad las ofensas de mis hermanos y así pueda continuar mi camino de la mano de Jesús?.

Señor Jesús, que yo sea capaz de comprender a todos mis hermanos y que mis acciones se aten a tu amor misericordioso. Ayúdame a entender que tu Reino no es de este mundo pasajero. Que yo pueda aspirar a la corona que no marchita, apartando mi corazón de las cosas materiales y superficiales.

Piensa en la indignaciones, ofensas, y humillaciones que Jesús sufrió. Lo maltrataron, fué tratado como el culpable de nuestros peores pecados. Parece decirnos “Porque te desesperas cuando sufres? Es esa la manera en que me amas? Medita mi pasión y encuentra en ella un rico alimento espiritual.” Permítenos pedir el regalo de la paciencia y aceptar todas la humillaciones, pensando como Jesús sufrió por nosotros. Amén.

Cuarto – Jesús con la cruz a cuestas

sorrow4Cuando lo llevaban, detuvieron a un tal Simón de Cirene, que volvía del campo, y lo cargaron con la cruz, para que la llevara detrás de Jesús. Lo seguían muchos del pueblo y un buen número de mujeres, que se golpeaban el pecho y se lamentaban por él. Pero Jesús, volviéndose hacia ellas, les dijo: “¡Hijas de Jerusalén!, no lloren por mí; lloren más bien por ustedes y por sus hijos. Porque se acerca el tiempo en que se dirá: ¡Felices las estériles, felices los senos que no concibieron y los pechos que no amamantaron! Entonces se dirá a las montañas: ¡Caigan sobre nosotros!, y a los cerros: ¡Sepúltennos! Porque si así tratan a la leña verde, ¿qué será de la leña seca?. Con él llevaban también a otros dos malhechores, para ser ejecutados. (Lucas 23, 26-32)

Reflexión: Jesús caminaba con el gran peso de la Cruz que portaba todos nuestros pecados y su gran amor por nosotros fortalecía cada uno de sus pasos. Cuando porto mi cruz, la llevo con amor? ¿O me quejo, me amargo, me entristezco? Que hago, ¿me detengo y no continuo? ¿Me entrego y no lucho por llevarla con el mismo amor que Jesús la llevo por mi?. Cuando el peso de mi cruz me hace caer, ¿volteo a buscar el consuelo de mi madre del Cielo, así como lo hizo Jesús con María? ¿Dejo caer mi cabeza exhausta en los brazos de mi Madre Santa, así como lo hizo Jesús con María? ¿Dejo que mis mejillas reciban las caricias de las manos inmaculadas de mi Madre del Cielo, así como lo hizo Jesús con María? ¿Me levanto después de cada caída y continuo aceptando en cada paso la Divina voluntad?

Señor Jesús, que seamos humildes al portar nuestra cruz y que cuando desfallezcamos acudamos al consuelo de nuestra Madre del Cielo la Santa Virgen María, para convertirnos en hombres nuevos, amando sin fronteras, al lado de los pobres y de aquellos mas necesitados. Amén.

Quinto – La Crucificción

sorrow5Junto a la cruz de Jesús, estaba su madre y la hermana de su madre, María, mujer de Cleofás, y María Magdalena. Al ver a la madre y cerca de ella al discípulo a quien él amaba, Jesús le dijo: “Mujer, aquí tienes a tu hijo”. Luego dijo al discípulo: “Aquí tienes a tu madre”. Y desde aquel momento, el discípulo la recibió en su casa. (Juan 19, 25-27)

Reflexión: Jesús desea vernos cerca de María, su Madre. Él desea que, como niños, mantegamos nuestra mano unida a la de María. Esto es lo que Él quiere. Nos pide que nos encomendemos a la Virgen María. Nos pide reconocer a Nuestra Señora como Nuestra Madre, quién encenderá en nosotros un amor ferviente a su hijo. María, nosotros creemos en ti, tómanos y llévanos al refugio de tu Inmaculado Corazón, alivia nuestra soberbia con tu humildad, que es la que nos aparta de Dios. Amén.