(Jueves)

Primero – Bautismo en el Jordána

lite1Entonces Jesús fue desde Galilea hasta el Jordán y se presentó a Juan para ser bautizado por él. Juan se resistía, diciéndole: “Soy yo el que tiene necesidad de ser bautizado por ti, ¡y eres tú el que viene a mi encuentro!. Pero Jesús le respondió: “Ahora déjame hacer esto, porque conviene que así cumplamos todo lo que es justo”. Y Juan se lo permitió. Apenas fue bautizado, Jesús salió del agua. En ese momento se abrieron los cielos, y vio al Espíritu de Dios descender como una paloma y dirigirse hacia él. Y se oyó una voz del cielo que decía: “Este es mi Hijo muy querido, en quien tengo puesta toda mi predilección”. (Mateo 3, 13-17)

Reflexión: Jesús nos muestra su humildad porque aun siendo el Hijo de Dios, se hace bautizar delante de tanta gente, permitiéndonos entender con este hecho la importancia que ha de tener el Sacramento del Bautismo en nuestras vidas. Juan Bautista nos deja el testimonio de haber visto el Espíritu de Dios en forma de paloma posarse sobre Jesús y haber escuchado la voz de un Padre complacido. En este Evangelio se nos enseña que uniéndonos a Jesús nos unimos al Padre a través del Espíritu Santo, un misterio inexplicable de fe. Divina Unión, Santa Unión, Misteriosa Unión que nos bendice en el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, ayúdanos a imitar la humildad de Cristo, a crecer como verdaderos hijos de Dios, a obedecer sus mandamientos y a unirnos a El para que se cumpla siempre la Voluntad de Dios. Amen.

Segundo – Las bodas de Caná

lite2Tres días después se celebraron unas bodas en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí. Jesús también fue invitado con sus discípulos. Y como faltaba vino, la madre de Jesús le dijo: “No tienen vino”. Jesús le respondió: “Mujer, ¿qué tenemos que ver nosotros? Mi hora no ha llegado todavía”. Pero su madre dijo a los sirvientes: “Hagan todo lo que él les diga”. Había allí seis tinajas de piedra destinadas a los ritos de purificación de los judíos, que contenían unos cien litros cada una. Jesús dijo a los sirvientes: “Llenen de agua estas tinajas”. Y las llenaron hasta el borde. “Saquen ahora, agregó Jesús, y lleven al encargado del banquete”. Así lo hicieron. El encargado probó el agua cambiada en vino y como ignoraba su origen, aunque lo sabían los sirvientes que habían sacado el agua, llamó al esposo y le dijo: “Siempre se sirve primero el buen vino y cuando todos han bebido bien, se trae el de inferior calidad. Tú, en cambio, has guardado el buen vino hasta este momento”. Este fue el primero de los signos de Jesús, y lo hizo en Caná de Galilea. Así manifestó su gloria, y sus discípulos creyeron en él. Después de esto, descendió a Cafarnaún con su madre, sus hermanos y sus discípulos, y permanecieron allí unos pocos días. (Juan 2, 1-12)

Reflexión: podemos imaginar a Jesus, María y a los discípulos de Jesus, entre muchos familiares y amigos cercanos disfrutando de una boda bendecida con la presencia de Jesus. El Señor nos muestra en este Evangelio su complacencia en la santa unión de un hombre y una mujer, porque alli en esa Boda instituye el sacramento del Matrimonio al realizar su primer milagro. El Evangelio nos dice claramente que “la Madre de Jesus estaba allí”. Si, la Madre de Jesus siempre esta alli, donde esta Jesus. Ella esta velando por las necesidades de los demas y se preocupa por el bienestar de sus hijos. Nuestra Virgen Maria, esta junto a Jesus para decirle, “no tienen vino”, no tienen salud, no tienen trabajo, no tienen vida, no tienen esperanza, no tiene fe, si, allí esta nuestra Madre procurando colaborar en los asuntos de Jesus, y con sus palabras humildes nos pide simplemente “Hagan, lo que El les diga”, nos dice claramente confíen, no pierdan la esperanza, entreguense a El y escuchenlo! Santa Madre de Dios, dulce Virgen María, sabemos que siempre vigilas nuestras necesidades y te adelantas a abogar por nuestras carencias. Y Tu Señor, nos dejas ver claramente en este Evangelio el amor tan grande que sientes por tu Madre y que eres debil a sus peticiones. Así como Tu Señor, deseamos amar a María, y complacerla como Tu lo haces, porque Ella tan solo quiere que hagamos, lo que Tu nos digas. Amen.

Tercero – Anuncio del Reino de Dios

lite3Después que Juan fue arrestado, Jesús se dirigió a Galilea. Allí proclamaba la Buena Noticia de Dios, diciendo: “El tiempo se ha cumplido: el Reino de Dios está cerca. Conviértanse y crean en la Buena Noticia”. (Marcos 1, 14-15)

Reflexión: En este Evangelio Jesús nos invita a la conversión. Convertirse significa dejarlo todo para seguir a Jesús. Convertirse significa actuar por Cristo y en Cristo. Convertirse significa descubrir y agradecer las virtudes de la fe, la esperanza y la caridad. Convertirse significa cruzar las fronteras de nuestro egoísmo y ver a Jesús en nuestros hermanos. Convertirse requiere abandonarse a la voluntad de Dios y estar agradecidos incluso en las desavenencias, enfermedades, humillaciones, falsos testimonios y descubrir en ellos que aceptándolos nos permiten demostrarle al Señor cuan inmenso es nuestro amor, porque amamos también lo que El dispone para nosotros y para nuestra salvación. Convertirse es amar con sinceridad. Convertirse es colocar a Dios en el centro de nuestras vidas y amarlo con todas las fuerzas. Para convertirse es necesario dejar en manos de Dios todo nuestro ser en cuerpo y alma.

Convertirse muchas veces es saber callar para escuchar y saber hablar cuando necesitan de nuestro consuelo. Convertirse es colocar al Señor siempre en primer lugar, convertirse es olvidarse de nuestros intereses y comodidades. Convertirse es ser obedientes, es apartarnos nosotros para que sea el Señor quien protagonice. Convertirse es hablar con Dios primero y luego hablar de El con nuestros hermanos. Convertirse es no temer a ser criticados por dar testimonio de cuanto Jesús nos ama y como ha transformado nuestras vidas.

Convertirse es darse y servir a los demás, es buscar tiempo donde no lo hay y disfrutar de emplearlo para servir a un solo Dios. Convertirse es emplearse como obrero del Señor, declararse peón, servidor, el menos útil de todos. Convertirse es sentirse nada, es vaciarse de uno mismo y llenarse de Dios. Convertirse es reconocer que nuestra conversión y las conversiones de nuestros hermanos son méritos solamente de Dios.

 Cuarto – La Transfiguración

lite4Unos ocho días después de decir esto, Jesús tomó a Pedro, Juan y Santiago, y subió a la montaña para orar. Mientras oraba, su rostro cambió de aspecto y sus vestiduras se volvieron de una blancura deslumbrante. (…) Desde la nube se oyó entonces una voz que decía: “Este es mi Hijo, el Elegido, escúchenlo”. (Lucas 9 , 29-35)

Reflexión: En este momento, los apóstoles fueron testigos de la gloria divina del Señor y recibieron la gracia de ver el Cielo. En este Evangelio Jesús nos enseña que existe un lugar mucho mejor que este lugar donde vivimos. Así como los apostoles, Jesús desea que nos apartemos y en el silencio encontremos al Padre porque así lo hacía Él. Nos invita a valorar la oración y a vivir el mandamiento que nos dejó: “Ámense los unos a los otros, como Yo los he amado”. 

Señor, el ruido de este mundo nos atrapa y nos aleja de Ti, deseamos buscarte en el silencio y encontrarnos alli contigo. Sabemos que el camino al Cielo lo vamos construyendo diariamente con nuestras acciones. Te pedimos que podamos transfigurar nuestros sentimientos en los tuyos, para amar a nuestros hermanos de la misma manera que tu nos amas. Amen.

Quinto – Institución de la Eucaristía

lite5Mientras comían, Jesús tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo: “Tomen y coman, esto es mi Cuerpo”. Después tomó una copa, dio gracias y se la entregó, diciendo: “Beban todos de ella, porque esta es mi Sangre, la Sangre de la Alianza, que se derrama por muchos para la remisión de los pecados. Les aseguro que desde ahora no beberé más de este fruto de la vid, hasta el día en que beba con ustedes el vino nuevo en el Reino de mi Padre”. (Mateo 26, 26-29)

Reflexión: en este último misterio Jesús nos revela que se queda con nosotros en el Pan Eucarístico y nos pide “Tomen y coman, esto es mi Cuerpo”. Jesús nos dice claramente “Quien come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna y yo le resucitaré en el último día” (Juan 6, 54).

En este Evangelio Jesus también instituye la Orden Sacerdotal, puesto que pide a sus Apostoles “Hagan esto en memoria mía”, repitiendo lo que Él hizo en la Última Cena. Los Apóstoles de Jesus no han dejado de cumplir este mandato, porque sus sucesores han dejado todo para seguirlo y esos son nuestros santos sacerdotes.

Pidamos al Señor que nos regale la virtud de la fe, para creer firmemente en la Santa Eucaristía, para disponer de un tiempo para acompañar a Jesús en el Sagrario, fuente de gracia que sacia nuestro espíritu y lo fortalece. Para asistir a la celebración de la Santa Eucaristia, la Santa Misa. Para que con nuestras buenas acciones podamos día a día construir el camino de nuestra salvación, para ser dignos de entrar en su Reino y vivir junto a Él por toda la eternidad.

Pedimos al Señor santidad para nuestros sacerdotes, fortaleza para todos los seminaristas y religiosos que se encuentran en momentos de dicernimiento. Le pedimos también por abundancia de vocaciones en el mundo que puedan apoyar a Jesús en la misión de su Iglesia. Amen.